Bajo los extraños besos
de un niño de Acuario,
el relámpago umbrío,
carnívoro,
provee al alma de infiernos físicos,
días de diáfana destrucción.
Y el diluvio,
sus hilos visten juguetes incandescentes
de azul y amarillo.
En tanto,
las estrellas ululan en el laberinto,
las manos frágiles
de un Mefisto de coral.
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